El tren se muere
URUGUAY, CANELONES, Santa Lucia (www.elcorresponsal.com.uy) Pedro Dutour @pedrodutour (El Observador) El tren esta en vías de extinción aunque sea el unico medio de transporte en el que nunca murio nadie. Desde junio en Uruguay solo funciona un trayecto de tren para pasajeros.
El tren de pasajeros vive horas dramáticas en Uruguay dentro de un panorama en el que las vías ferroviarias del país no encuentran su lugar en el mundo.
Desde el 1º de junio pasado en suelo oriental solo queda un tramo que transporta trabajadores y paseantes, el que conecta a Montevideo con 25 de Agosto en el departamento de Florida. Los viajantes de esta línea ruegan que se mantenga en pie ese trayecto al que usan todos los días. Lo hacen por comodidad, precio y cariño al tren.
“Sin rubro somos boleta”, sintetiza Sydney Suárez, un guarda de tren que lleva 35 años trabajando en la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE). Suárez explicó que sacan los trenes por los años –como los coches de 1937– y por seguridad. Algunos de los que llevaban pasajeros ahora transportan carga. También se retiran por un tema de costos.
Miguel, de 53 años, trabaja en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) y hace el trayecto completo todos los días. Para volver a 25 de Agosto sube en la nueva terminal. Sentado junto a otros conocidos de su pueblo, en el tren que parte a la hora 17.30 de Montevideo, compara los precios de los boletos del tren y el ómnibus. “Más barato, hacé las cuentas”, dice imperativo Miguel antes de explicar que el tique simple cuesta $ 44 frente al de bus que sale $ 92. “Y con el abono hay una diferencia machaza”, agrega. El bono de 40 viajes en tren cuesta $ 1.452; en ómnibus, $ 3.000. “Mirá que la gente va en tren, no lo va hacer con esa diferencia de boleto”. “Marchamos si retiran este tren”, asevera.
AFE ofrece para ese tramo cuatro servicios de lunes a viernes (dos los sábados) y solo dos que hacen el recorrido completo entre la nueva terminal, al lado de la abandonada estación Central, y 25 de Agosto. El tren que toma Miguel, el servicio 1205, es el primero del día que sale de la capital (el siguiente, a las 18.30). Una hora y 50 minutos después arriba al pueblo floridense.
Es un trayecto donde se aprecia un ambiente familiar, en el que casi todos se saludan, se hacen chistes o juegan al truco durante las casi dos horas. En su mayoría son trabajadores que viven en Santa Lucía, en el departamento de Canelones, o en 25 de Agosto, que sienten un fuerte arraigo hacia este sistema de transporte, embanderados en una verdadera cultura del tren.
Unas 100 personas suben cada día a esa hora en la nueva terminal y llega más o menos lleno a destino. A estos pasajeros la idea de ver eliminado este viaje les genera escozor. Ya los funcionarios de los trenes, muchos de ellos veteranos y con varios años en ese trabajo, dejan notar la nostalgia en sus rostros por una situación que les provoca mucha tristeza y desilusión, fruto de un orgullo no disimulado de haber trabajado décadas en el ferrocarril y de tener familiares que también lo hicieron.
AFE suprimió los trayectos que unían la capital con Empalme Olmos en Canelones y los que iban a las ciudades de San José y Florida, que pasaban por 25 de Agosto. Las razones se sustentaron en la rentabilidad del servicio y porque el gobierno pretende reforzar el transporte de carga. Uno aporta el 2% y el otro el 40% al sostenimiento del ente público. La diferencia es clara pero los ferroviarios del transporte de pasajeros rechazan esa lógica. Aseguran que lo suyo no es un negocio sino un servicio que usan miles de trabajadores y reclaman los mismos subsidios que gozan los ómnibus.
Tiempo y comodidad
A medida que el tren avanza van subiendo viajantes en las distintas estaciones, en Colón, La Paz, Las Piedras, Progreso, Canelones. Las máquinas que hoy llevan personas son marca Fiat del año 1978, reconstruidas con motores turbo en 1988. Con 800 caballos de fuerza, los trenes pueden alcanzar una velocidad de 105 kilómetros por hora, pero la reglamentación de AFE solo permite llegar a los 80. Los tres vagones que tira el tren tienen capacidad para 80 personas cada uno.
El tiempo también forma parte de la ecuación para ir en tren. Los guardas explican que viajar a Las Piedras te puede llevar una hora y cuarto en ómnibus. En tren, 40 minutos desde la nueva terminal. Además, este sistema de transporte ayuda a descongestionar la zona metropolitana. La comodidad es otro factor que cuenta, aunque el invierno y las lluvias penetran los vagones a veces con inusual fuerza. En los espaciosos compartimentos, los pasajeros aprovechan para llevar grandes bultos, desde TV y calefones hasta bicicletas; y en verano, las sillas, cañas, carpas y heladeritas se acumulan con el fin de disfrutar el camping de Santa Lucía.
Mariana, de 21 años, cree que debería haber más horarios y se pregunta si los pondrán para la época estival, cuando viaja más gente. “La mayoría toma el tren” para ir al camping, agrega esta chica a la que le queda poco para dar a luz un niño. Va acompañada de su sobrina Erika. Cuenta que vive en 25 de Agosto y que usa el tren para ir al médico.
A pocos metros de la futura madre, dos grupos de cuatro personas cada uno disfrutan del truco, mientras un guarda apoyado contra uno de los asientos de tapiz verde, gastado y remendado, sigue de cerca las situaciones del juego. Un hombre cincuentón vestido de traje duerme plácidamente de cara al raído techo tono crema. Una mujer dormita con auriculares puestos. Algunas puertas de los vagones quedan abiertas mientras el tren está en marcha. Los baños muestran un aspecto añejo. Los vendedores también se suceden: uno vende enormes tortas fritas, otro ofrece caramelos y dulces, y otro, en una jugada a puro marketing en el día de Halloween, invita a comprar sus golosinas americanas “en el día internacional de la golosina”. Cinco paquetes por $ 20, dos por $ 10.
Cambio de transporte
Cuando retiraron los otros servicios de circulación, miles de usuarios debieron modificar sus horarios o empezar a utilizar el ómnibus. Es el caso de Washington, de 51 años, quien vive en Ituzaingó, el pueblo y estación siguiente a 25 de Agosto. Trabaja como ingeniero de sistemas en la Suprema Corte y en el Ministerio de Educación y Cultura. Antes lo hizo en AFE. Se pagó la carrera de ingeniero limpiando en un supermercado Dumbo. Hasta junio utilizaba el tren todos los días. Estaba con su familia cada día. Ahora, no le compensa y visita a los suyos una vez a la semana. Le sale más en cuenta dormir en una pensión en Montevideo donde paga $ 1.500 al mes. Esta vez se subió al tren porque la ruta 11 estaba cortada por la crecida del río Santa Lucía. En 25 de Agosto lo esperaban para llevarlo a su pueblo en moto.
Bernardo, de 47 años, y Matías, de 21, son padre e hijo. Juntos utilizan todas las semanas esa línea de tren. El primero labora como su amigo Miguel en el MTOP. El segundo, mientras hace un paréntesis en el estudio de diseño de interiores, se desempeña en la toma de consumo de la OSE. Para ellos no hay nada mejor que el tren para ir y volver de casa al trabajo. Es la misma sana presunción del guarda Suárez que subraya que en el tren de pasajeros hay “cero muerte”. l
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juan pecci -