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EL CORRESPONSAL

La colonización del gobierno canario en el Balneario Jaureguiberry

JAUREGUIBERRY (Twitter: elcorresponsal) por Silos Piedracueva Azpiroz piedramo@adinet.com.uy Estos son mis comentarios acerca de la colonización dispuesta por el Gobierno de Canelones, en el baleario Jaureguiberry

Un balneario proyectado como Parque, cuatro grandes manzanas de cuatro hectáreas y media cada una destinadas a forestación ornamental, a instalaciones deportivas y culturales. 

Nunca se pudieron construir las obras indicadas, pero la incapacidad de hoy, no implica renunciar a un proyecto hermoso de futuro.

Gracias a la previsión de figuras esclarecidas, existe hoy el Prado de Montevideo que también fue afectado por ambiciones inmediatistas.

El gobierno de Canelones es insensible a la acción civilizadora de una personalidad generosa como Jaureguiberry, implantador de millones de árboles con una visión paisajística y utilitaria al mismo tiempo.

El Estado nada puso en la obra, salvo una calle de acceso, 10 años más tarde.

La sensibilidad de la sociedad puede frustrar la obra insensata de destruir aquello que construyeron otros con sabiduría y sacrificio. Esta es lo que envíe a la Junta de Canelones: La Intendencia de Canelones sostiene una batalla contra el vecindario de Jaureguiberry, con ventajas claras.

Un pequeño poblado distante carece de fuerza, de poder político, y sobre todo, de capacidad publicitaria. Parece un resultado anunciado, previsible: vencen los fuertes.
No es tan sencillo, sin embargo. Los muertos pueden ganar batallas.

Miguel Jaureguiberry Recayte, fallecido hace 60 años, fue vasco sabio, porfiado, vigoroso en intelecto y en voluntad, batallador por la construcción moral y material del país. Hoy está enfrentado el proyecto Jaureguiberry, con el proyecto político de los intendentes de Canelones. Miguel creó dos balnearios con calidad de PARQUES. El Parque, como supuesto necesario para el balneario.

Creó el Parque Balneario Solís, y el Parque Balneario Jaureguiberry, en ambas orillas del Solís Grande. Son los únicos Parques-balnearios creados en el Uruguay con elementos reales.

Las diferencias con el balneario común son obvias. En Solís, plantó medio millón de árboles. En Jaureguiberry, una cantidad parecida, menor tal vez, por la muerte ocurrida en 1951. No hubo negocio, sino afirmación ecologista. La “odiosa” clase empresarial suele introducir cultura y solidaridad social en las grandes praderas, con más eficacia que muchos agitadores político-gremiales.

Si ambos parques fueron obras de arte promovidas como emprendimiento privado, si en ninguno de ellos hubo apoyo del Estado, si el Estado no gastó un peso en su creación, se comprende el apego de los jaureguiberinos al proyecto de Miguel.

El Parque Balneario Jaureguiberry es caso original, un modelo de acción humana no repetido en el Uruguay.

El anciano Miguel lo construyó sobre un desierto, sobre un inmenso arenal de mil hectáreas.  Fue una proeza, según la precariedad de recursos.

Obra de recuperación de tierras inútiles, y al mismo tiempo de desarrollo humano ejemplar como encuentro de razas, de convivencia amistosa y culto cotidiano a la naturaleza. Viviendas modestas, esfuerzo continuado, salud espléndida, deportes en el agua y en la arena.

Miguel convirtió el desierto, en un parque y una selva. Es lugar atractivo para ecologistas de todo el mundo que visitan o que residen habitualmente. Hay mucha rama seca, transformada en mantillo con la hojarasca del bosque.

Todo el espacio es delicado.

Intendentes sucesivos ponen la mira en el centro del balneario, un espacio de 18 hectáreas, destinado en los planos para parque central que no alcanzó a urbanizar el fundador. Está destinado para implantar vegetación ornamental, para ubicar instalaciones deportivas y centros culturales. Nunca pudo constituirse, permanece como bosque rústico de mala calidad.
En realidad, Jaureguiberry no tiene espacios públicos disponibles, fuera de las arenas y las calles.

Para los intendentes, el espacio reservado para Parque es un  botín de guerra. Lo están desguazando para regalarlo a corporaciones privadas, que instalan colonias de vacaciones.
 Las Colonias, más allá de legítimas necesidades de esparcimiento de sectores sociales, coliden con el proyecto de Parque.

El Parque Balneario no soporta el actual caudal turístico, ya cuenta con media docena de coloniales sindicales. El deterioro se acelera por el tránsito de personas, concentrado en poco espacio. Se rompen las dunas y se pierde la vegetación protectora.

Además del deterioro causado por el hombre, fallan políticas protectoras. No hay capacidad en la Administración pública, para neutralizar efectos devastadores del incendio y del huracán producido en el año 2005. Los vecinos carecen de capacidad económica para resolver males severos no corregidos todavía, aunque siguen pagando contribuciones propias de balnearios prósperos.
 
Vecinos adheridos al proyecto de don Miguel tratan de entender la voluntad imperial de los actuales colonizadores. Dosis de generosidad, o deseos de agradar a grupos de presión, pueden llevar al despeñadero. Aprendamos de la vida: la sociedad uruguaya salvó de la ruina a la Caja Bancaria, que estaba en bancarrota, y hoy, el orgulloso colectivo gremial castiga a dos manos a toda la sociedad. El buen gordito necesita siempre más alimento.

Apresurados administradores de un departamento extenso, variado, no dedican tiempo a “asuntos menores”. Cuando visitan al vecindario, ponen la mejilla para recibir críticas anárquicas de escaso sentido, o sea el “baño de pueblo” que proclaman algunos gobernantes, bien distinto a ejercicios ordenados indispensables para el conocimiento de una región, de un departamento. Hoy el mundo se mueve gracias al buen saber, a cultura, a trabajo, y no a ponchazos dados por minúsculos centros de poder o por loquitos sueltos.

Canelones es complejo, poblado, diverso, y se resiste a diagnósticos al paso. La ausencia de administraciones municipales ordenadas, va en paralelo con la escasa disponibilidad de funcionarios entrenados y organizados para cubrir el territorio.

No extraña que el Secretario no conociera la extensión de espacios públicos en el Parque Balneario: negó la cifra de 38 hectáreas que se le mencionó, (durante una asamblea de vecinos) y prometió dar cifras “correctas” más adelante. Nunca lo hizo, y pudo tener razón solamente si contabilizara las arenas de playa, o algunas hectáreas devoradas por la erosión costera.
Los vecinos apuestan todavía a la razonabilidad, que obliga al conservacionismo, al respeto de las comunidades, y ante todo, a respetar la obra y la persona de grandes hombres que ya no están.

“La concentración de los principales beneficios de toda índole en la Capital fue la constante a lo largo del siglo XX y generó enormes inequidades. Figuras lúcidas como Figari, Martínez Lamas, Caviglia, Agustin Ferreiro, Luis P. Bonavita o Julio Castro, entre tantos, advirtieron de esa situación de profundos desequilibrios. No fueron escuchados y desde hace mucho tiempo la propia capital padece de los lamentables efectos de esa ausencia de mirada nacional y estratégica del país como unidad”

Seguramente el autor de la cita, Oscar Padrón Favre, incorpore a Miguel a la nómina de gentes lúcidas, un agrónomo autor de folletos y libros, en los que denunció egoísmos y molicie de los capitalinos y exaltó a grandes figuras, como Juan J. Castro.

Además, le consta al distinguido historiador duraznense el avance notable de verdaderos militantes de la vida, empeñados hoy y ayer en favor de la cultura y el trabajo,  como elementos indisolubles de la gran causa nacional. Silos Piedracueva Azpíroz 2.027 875-2

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