En Vista Linda el arroyo Colorado es uno de los ejes del problema ambiental
Mejorar las condiciones de vida de la gente sin enfocarse ni en las fuentes de trabajo ni en las necesidades básicas parece un contrasentido. De todos modos, cambió el titular del Mides y con él se fueron sus ideas; el de Interior sigue, pero ahora la prioridad en seguridad se instaló en el centro de Las Piedras, por lo que los vecinos de las villas -como siempre- quedaron postergados. De las obras de infraestructura se realizó una plaza y se prometió un parque lineal para el arroyo, que es lo que ahora se reclama.
En esta parte de la zona metropolitana todos los que viajamos en transporte colectivo o particular sabemos qué es un parque de ese tipo, tenemos el ejemplo de lo que la intendencia de Montevideo viene realizando desde hace varios años en la ribera del Miguelete.
Más allá de promesas oficiales y de respuestas contradictorias por parte de la empresa que debería comenzar la obra, es notorio que en el Colorado hay construcciones que sería imposible remover para el tal parque. Porque una cosa es que en la capital se demuelan viviendas insalubres por el lugar en que estaban y otra cosa es en Canelones donde lo que está instalado es tan variado como entes públicos y viviendas afirmadas en el lugar -junto al arroyo- por obras estatales.
Hace muchos años que existe conciencia pública de que vivir en una casa junto a un arroyo con aguas contaminadas es absolutamente insalubre. En este caso, si bien no está al nivel del Pantanoso, sus aguas arrastran diversos vertidos contaminantes: residuos de productos químicos de uso agrícola, de empresas industriales, de basura de distinto origen y de los baños de las casas.
Pese a los riesgos, se fueron instalando a vivir en esas condiciones muchos compatriotas naturalmente que por comprensibles razones de supervivencia. Lo peor es que todas las administraciones partidarias hasta ahora fueron
agregando edificios públicos a ese lugar. ¡Y qué edificios! De la administración colorada viene el comedor del INDA y la policlínica de Salud Pública; de la administración nacionalista viene el CAIF; y para no ser menos, de la frenteamplista el edificio construido para liceo e inaugurado como UTU, bien cerquita del agua.
¿Van a demoler todo eso para hacer un parque lineal?
Lo más probable es que hagan una versión mínima en el lugar donde la ruta 5 vieja pasa sobre el curso de agua y que el resto quede para más adelante, manteniendo el estilo de esta administración de dejar obras inconclusas, como en el parque Artigas donde a un techo se le insiste en denominar anfiteatro.
LOS AJUSTES DEL CAPITALISMO EN EL ORIGEN DEL PROBLEMA.
Es inevitable plantearse como se llega a la instalación de condiciones de vida tan poco dignas. Y es también inevitable acudir a términos declarados en desuso por un parte de la cátedra y de algunos sectores de izquierda, como imperialismo, dependencia y capitalismo.
Lo cierto es que a mediados de la década del 50, pasados los efectos de la guerra de Corea, no solo se termina para el Uruguay la fantasía de las "vacas gordas", sino que comienza a ajustarse más la economía a los intereses de los centros dominantes en el mundo capitalista Esto en concreto se manifestó en una presencia cada vez influyente del FMI, en la mayor apropiación de los recursos nacionales por parte de los grandes propietarios, entre ellos los latifundistas, con el consiguiente éxodo rural de los desplazados del campo. Es la época de instalación de los cantegriles y de las villas, que no son lo mismo, aunque sí comparten los orígenes.
Las villas se formaron en gran proporción por aquellos desplazados que apostaron por vivir cerca de la capital. En parte la necesidad y en parte la habilidad de los vendedores para ofrecer el producto, contando hasta con un cura que bendecía el terreno comprado. Y contando con la impunidad con que actuaban los bancos que facilitaban los créditos, amparados por un Estado que ya no regía la economía nacional, sino que comenzaba una fase de "apertura" que todavía nos rige.
Por supuesto que hubo quien denunció esto en el momento. Conozco a quien fue testigo de la discusión planteada en el propio terreno, cuando el entonces diputado socialista Vivián Trías le recordaba públicamente a diputados oficialistas que el límite legal para lotear un terreno debía guardar una separación a partir del lugar a donde había llegado la mayor inundación.
Si ahora surge una nueva generación de vecinos dispuesta reclamar por sus derechos, es una buena noticia. Si ubican sus reclamos dentro del proceso de su propia historia, que es la del país, es mejor aún.
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