Entre votos y botines
URUGUAY, CANELONES (www.elcorresponsal.com.uy) Por Luis Noya. Difícil es pronosticar un resultado si de uruguayos se trata. Anochecía y muchos esperábamos cifras definitivas, tras un día espléndido el cual albergaba la esperanza de una votación cercana a la mitad de los habilitados en el padrón. Confiando en que el pueblo uruguayo confiara y ratificara la democracia por la cual muchos lucharon a “brazo partido”, cuando votar era una ilusión y se ansiaba el espejismo de elegir a nuestros representantes.
Pasadas las 22 horas, muchos supimos que aun cuando ese domingo se mostró con sol y hasta caluroso por momentos, los uruguayos, en su gran mayoría, no fueron a votar en la interna de los partidos.
Partidos que representan en general las ideas y los pensamientos de los ciudadanos de esta nación, al menos así se autodefinen. Sólo el 35 % de los habilitados para votar se movilizaron ese primero de junio. Menos que hace 5 años, con lluvia, frío y apatía. Debería pensarse y replantearse la posibilidad de permanencia de las elecciones internas a futuro.
A los uruguayos no les importa votar. Está decretado. La izquierda, valiente defensora de los derechos democráticos (¿debí haberlo puesto entre comillas?) votó muy por debajo del “conservadurismo” de derecha. Si bien no parecía haber competencia, ¿desde cuándo un izquierdista se preocupa por la competencia por sobre la expresión ciudadana?
Muchas voces dicen que la supuesta apatía del frentista se vio reflejada en la súper votación de Lacalle Pou, contrincante de la derecha, que, según evaluaciones intelectualoides marxistas, sería más fácil ganarle en ballotage. Veremos. Pero así pasó en el partido con mayor votación: ganó el menos pensado, el menos preparado, pero el más marketinero.
Ah pero ¡empezó el mundial y todos patriotas! No había casa que no ostentara el pabellón patrio, la mayoría nuevitos, de shopping, con el sol brillante y el blanco de las franjas casi impoluto. Al uruguayo no le importa votar pero se vuelve chauvinista cuando juegan 11 muchachos con la camiseta celeste. Tanto es así que ya nos ilusionábamos, luego de la triste realidad de la derrota a manos de un equipo casi amateur como Costa Rica, cuando eliminando al poderoso Inglaterra, nos autoproclamábamos candidatos para ganar la copa.
Llegó Italia y creíamos que si pasábamos seríamos campeones. ¡Y paso Italia! Le ganamos a una de las mejores selecciones del mundial, con ayuda del juez que echó a un italiano por menos de lo que un brasilero hace en cada partido y sigue “olímpico”. Lamentablemente a nuestro goleador y mejor jugador se le ocurre morder, si, ¡¡morder!! a un adversario.
Obviamente, con toda la tecnología moderna al servicio de los poderosos intereses de la FIFA, órgano supranacional, con más poder que muchas naciones del globo, éste incidente lo vio todo el mundo. Era de tal naturaleza que esperábamos una sanción a nuestro Luisito, el mismo que juega como si estuviera en el campito (y acaso está ahí la esencia del futbol), quien le espetó en la cara a un africano su condición racial (que dicho sea de paso, nadie puede ofenderse si ama su raza) y que además le gusta morder cuando está ofuscado.
¡Blanco de mierda! Le gritaron desde la FIFA. Estaba visto que nos iban a “cocinar”. Todos esperábamos dos partidos, quizás tres. Nunca nadie esperó semejante saña contra un jugador. Desde el mundial del 94 cuando Dieguito se le fue la mano con alguna fiesta íntima y lo crucificaron peor que a Suarez.
No tiene justificación. Ni la mordida ni ninguna falta que haga un deportista, porque justamente el deporte al menos debe ser, la nueva “justa” donde los guerreros se rigen según las reglas estipuladas.
Si los que inventan las reglas son mafiosos, entonces no deberíamos formar parte de esa organización. No hay pataleo.
Los periodistas deportivos uruguayos son los primeros responsables de ensañar a la opinión pública y de lo que ella haga en contra de la sociedad organizada: robos, rotura de escaparates, tiendas, riñas callejeras, etc., simplemente porque ellos son los primeros que se quedan sin dividendos cuando nos venimos del mundial para casa. Escuchar a Romano o a cualquier periodista, salvo raras excepciones, hablar de fraude o de mundial comprado, me da cierta risa, cuando son ellos los que avalan los robos que los equipos grandes hacen para ganar campeonatos en detrimento de los equipos chicos, en nuestro país.
El futbol es un negocio, un gran negocio. Si participamos en ello, no corre la doble moral. Ahora, si lo que importa para los uruguayos es cuán lejos llegamos en un mundial de futbol, mucho más que quien gobierna nuestra nación, entonces, estamos en el horno….Mientras tanto, el gobierno saca apresuradamente leyes en el parlamento que son anti populares, sabiendo que la gente está en otra. Más papeleras, ley de medios, impuestazos, etc., etc.
Como decía Latorre: “el uruguayo es ingobernable”….claro, en ese tiempo no existían los mundiales de futbol.
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