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EL CORRESPONSAL

¿Consumir para vivir, no vivir para consumir?

URUGUAY, CANELONES, Sauce (www.elcorresponsal.com.uy) El encuentro es quincenal. Los sábados de mañana se puede percibir un movimiento particular en alguna casa o apartamento del barrio Atahualpa, o Malvín, o en el centro de la ciudad de Montevideo; o también en Parque del Plata o Salinas, en la Costa de Oro de Canelones.

Un par de productores familiares de la zona de Villa Nueva, cerca de la localidad canaria de Sauce, o desde zonas cercanas a la costa, representando a sus colectivos, llegan en un viejo camioncito o camioneta cargados con verduras, frutas, mermeladas y conservas, quesos y yogures, vinos y hasta cosméticos, entre otros productos surgidos de la tierra y el trabajo de la agricultura familiar.

En estos encuentros periódicos no hay intermediarios; son grupos de productores familiares agroecológicos (o en transición hacia esa propuesta) que se vinculan directamente con el colectivo de consumidores Asociación Barrial de Consumo (Asobaco), que se constituyó como tal hace unos cuatro años y se propone "generar mecanismos alternativos al mercado para abastecerse de alimentos" (ver http://asobaco.blogspot.com/p/documentosdeasobaco.html).

El mismo documento que presenta a Asobaco señala como intencionalidad política que "se intenta entablar un vínculo directo y de confianza con los productores, de modo de que se comprendan las necesidades de quienes consumimos los alimentos y de quienes los producen, buscando construir acuerdos sobre el producto buscado, las formas de obtenerlo y el valor que tiene".

Además de establecer un vínculo directo, los productos que se traen son los que previamente han sido pedidos por los integrantes de Asobaco, previo conocimiento de la oferta disponible.

El pedido es realizado por cada familia de la asociación, mediante una planilla electrónica que se completa con lo que cada uno quiere adquirir y luego se envía por correo electrónico a la organización de productores.

Es decir que el intercambio se concreta después de que se conozcan las necesidades de los consumidores y las posibilidades de los productores, al contrario de lo que sucede en las relaciones de mercado usuales, en las cuales estas dimensiones son desconocidas a priori.

En cada pedido quincenal, una familia de Asobaco se responsabiliza de coordinar la llegada del pedido y de recibir a los demás consumidores, generalmente en sus casas, gestionar el pago de los productos, recibir comentarios, observaciones y aportes diversos para mejorar la experiencia, además de compartir algunos mates y picar alguna cosita que llegó y hay que probar.

El conocimiento cara a cara y el vínculo de confianza generado habilitan que se pueda conversar sobre aspectos tales como la calidad o la disponibilidad de algún producto, o también el funcionamiento de los pedidos o los lugares de acopio, tanto de parte de los consumidores como de los productores.

También se puede conversar del precio, aunque este tema sea más sensible y complejo, no exento de tensiones y contradicciones.

Para incomodidad de los que defienden la lógica economicista neoclásica del consumidor aislado, que busca maximizar su beneficio reduciendo al máximo sus costos, en esta experiencia se intenta llegar a un precio que contemple las posiciones de ambas partes, algo así como acercarse a un precio "justo". En definitiva, construir un nuevo vínculo entre producción y consumo, una nueva cultura que no esté centrada en la mercancía sino en las necesidades humanas.

Este tipo de emprendimientos, así como otros similares en torno a la producción familiar agroecológica, impulsados casi exclusivamente por el compromiso y la militancia de las organizaciones sociales involucradas, se configura en la actualidad como un ensayo de nuevas relaciones sociales, para el cual aún no hay libretos acabados (más de una vez nos confundimos en los sugestivos discursos e imágenes de la maquinaria comunicativa del mercado) pero que sugiere que otro tipo de producción y de consumo son posibles.

Pese a las fuertes ataduras económicas y sociales que nos unen al mercado, puede resultar una alternativa interesante para la agricultura familiar, sobre todo en niveles locales donde es posible construir ese vínculo cercano que resulta su base fundamental.

En función de las preferencias de estos colectivos de consumidores, parecería ser una salida para aquellos productores que han emprendido la producción agroecológica en diversos rubros y territorios (complementaria al mercado habitual, por lo menos en el corto y mediano plazo), con alimentos saludables y nutritivos, en forma responsable con el ambiente y buscando relaciones sociales de producción no opresivas.

Y puede ser la opción de un conjunto de consumidores crecientemente críticos del sistema global y hegemónico de producción, procesamiento y distribución de alimentos en nuestra sociedad actual. Una opción que enfatice en las características del producto obtenido en esta relación, pero teniendo presentes las dimensiones social, económica, ambiental, política y cultural en las que se obtienen dichos alimentos.

Con el afán de poder reflexionar sobre cuáles son las posibilidades, los alcances y las limitaciones de este tipo de emprendimientos, que podrían ubicarse en la esfera de la economía solidaria, cabe plantearse algunas interrogantes.

¿Pueden estas experiencias transformarse en resistencias a la lógica del "sálvese quien pueda" que nos propone la competencia mercantil capitalista? Más allá de su presencia secundaria en relación con las formas del mercado convencional, ¿es posible, como plantea Antonio Cruz, "que se difunda como un modo de producción que pueda estructurar y ordenar una nueva formación social"? * ¿

El Estado será proclive a generar condiciones para que estos encuentros prosperen y se difundan? ¿O primarán en las definiciones políticas los intereses corporativos de los empresarios del comercio "formal" e "instalado"? Este camino está abierto, y en él se camina y se piensa a la vez.

Por lo pronto, ya se prepara un nuevo pedido de alimentos para el fin de semana. (por Walter Oreggioni Marichal/ LA DIARIA/ NACIONAL/ 05/06/2014/ Página 6

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