Quien es en realidad este hombre a quien llaman el caminante del Pinar
EL PINAR (twitter @elcorresponsal) Por Eduardo Paz Carlson, para Espectador.com En El Pinar hay un "caminante", es un señor corpulento, panzón y de mirada chispeante.
Con su bolsa de arpillera al hombro y de pantalones cortos, camina todo el día, sin parar. Siempre está de buen humor. Sonriente, saluda efusivamente a cada persona con la que se cruza haciendo el gesto del abrazo.
Sea pleno invierno con heladas; llueva, truene o haga 40 grados a la sombra, él camina. Habla solo. Discute consigo mismo. Gesticula hablando con un amigo invisible. Se ríe. Está en su mundo. Hace 25 años que es un “caminante”. Jamás lo vieron enojado o en actitud agresiva. Es un “loco bueno” como lo llaman algunos vecinos.
Le dicen “Carlitos” y claro, ese no es su verdadero nombre. Los vecinos de la zona no saben su verdadero nombre porque no se lo preguntan. Parece que lo prefieren sin un nombre real. Alrededor de su vida y su personalidad se tejen todo tipo historias misteriosas y tragedias que parten el corazón. Cada vecino del Pinar tiene una versión diferente.
Historias. Nadie sabe su edad exacta. Cuando se pregunta sobre “Carlitos” los rostros se iluminan, aparecen sonrisas y siempre la exclamación: “El Carlitos, ¡qué personaje!” o “Ah, el que anda caminando, ¡un fenómeno!”.
Un vecino jubilado de la construcción y que de joven fue tropero y que se identificó como “Héctor” (no quiso ser fotografiando ni grabado), afirmó con mueca de incomodidad: “Ah, es un cuento muy embromado. Mire, era millonario era, tenía lo quería. La mujer lo abandonó por otro y el tipo perdió la chaveta, así nomá, como se lo digo, el dolor lo enloqueció.
De entonce anda vagabundeando. E bueno, buenísimo, pero está pirao, por ese maldiamor”.
En la seccional 27 de El Pinar, también conocen a “Carlitos”. El cabo Fabio Gamboa, que hace 23 años sirve en la comisaría, afirma: “Es un junta botellas. Un niño grande, muy querido por los vecinos, la verdad que sí.
Nunca tuvimos un problema con él. Y tampoco tuvo problemas en otros lados, eso lo sé. Ni idea de lo que le pasó, nunca le pudimos sacar información.
Nunca nos contó nada a pesar que hemos hablado con él y todo… nunca, de la vida personal de él, nunca quiso contar”.
“Para mí es el Loco Carlos y chau.” Esto lo afirma Rubén Duarte, mientras bebe una cerveza bien fría al abrigo del sol en la terraza del kiosco De Punta a Punta. Conocedor del tema, Duarte medita un poco, se sirve un trago más y deja la botella cerca de una radio portátil de los años 1970 de la que se escucha una suave balada de jazz melódico. Junto a él.
Dos amigos obreros: Hernán Taboada y Ángel Daniel. Pausadamente, continúa con su explicación:”Hay varias leyendas de Carlitos. Lo que tiene ahora, es que es de meterse con las mujeres, les dice de todo… pero siempre en broma, ¿no? Pero no es malo, les dice porque le salen esas cosas…
Es un tipo que tiene mucho estudio y fue estudiar tanto que lo dejó así. Le quemó la mente el estudio. Usted se pone hablar con él y habla mejor que cualquiera. Habla de todo. ¡Un tipo que conoce todito! Sabe de política, de enfermedades, sabe y sabe.
Tiene un hermano que trabaja en un banco en Montevideo y que está en muy buena posición económica, el hermano. Ahora está viviendo donde eran las caballerizas de Oyenard. Es timbero y a veces gana a la quiniela.”
Taboada agrega: “Ojo no es tan loco. Una persona de bien, bárbara. Lo que pasa es que tiene amigos imaginarios. Dos o tres veces estuvo internado.
Antes tomaba su vinito pero ahora toma agua y leche, nada más. Sin medias, y nunca le conocí un par de medias. La gente le regala cosas. No es de pedir”.
Y Daniel puntualiza: “¡Siempre de pantalones cortos! ¡Odia los pantalones largos! ¡No importa la temperatura!”.
Domingo Francisco Varela, el bicicletero (y ciclista aficionado) del Pinar tiene su teoría: “Lo que sé es que trabajaba en fabrica de Alpargatas. Cuando él dejó de trabajar ahí compró un terrenito al lado del Autódromo y se hizo una casita. La pintó con colores de Peñarol, creo que es manya. Y de ahí en adelante, decidió no trabajar más.
Hace 30 años fue eso más o menos. Y empezó a caminar. Arriba de 20 kilómetros por día, sin rumbo. Él bromea mucho. Cuando pasa frente de una obra, les grita riéndose a los obreros: “No sean estúpidos… ¡Trabajadores… dejen de trabajar…! ¡Hay que vivir sin trabajar!”. Eso es clásico en él.”
Torturado por la dictadura y estuvo muerto. Alicia Piñeiro, la artesana de El Pinar cuenta una historia triste: “Hay varias versiones. Algunos dicen que él era médico y que tuvo una familia, una esposa y una hija.
En un terrible accidente, -el conducía- dicen… se mataron la mujer y la nena. El horror de esa experiencia lo quebró, hizo un clic, ¿viste? Desde entonces, se largó a caminar sin parar. Era de gente pudiente, de plata.
Otra versión que me llegó a mí, de lugareños de aquí, de toda la vida es que él estuvo preso durante la dictadura…Muchas torturas lo dejaron mal psicológicamente”.
Antonio Bique, reconocido jardinero de El Pinar, flanqueado por Andrés Nicolás Gordillo Durante, el muy esmerado y eficiente cuidacoche del Supermercado Súper Pinar, escucha atentamente a Piñeiro hasta que interviene súbitamente: “¡Sí! A mí me llegó que le dieron una paliza que lo dejó así… sí, dicen que fue eso que lo puso así”. Y Gordillo señala: “Pero ojo, es gran persona, muy honesto. Además, hace un tiempito, se decía que había muerto.
Y claro… no se lo veía por ninguna parte, de repente… ¡Qué tristeza me vino!”. Piñeiro recuerda ese terrible momento: “Ah, fue horrible, pobre, yo también estaba muy triste, no lo podía creer”. Pero Gordillo, muy perspicaz, aclara el asunto: “Pero un día… ¡lo veo venir!, ¿me entendés? ¡Lo veo venir! ¡Estaba vivo! “
Y Bique redondea: “Lo ví venir y le gritaba: ¡Estás vivo, Carlitos, estás vivo! Y yo corrí a abrazarlo. Y Carlitos me gritaba con los brazos en alto: ¡Sí, estuve muerto y volví de la tierra de los muertos, volví, volví…son todos zombis! Lo que pasó es que había sido internado siete meses… y lo dimos por muerto. Pero la verdá es que está más vivo que todos nosotros”.
1 comentario
Carlos Nosieski -