Un kafkiano caso policial
CIUDAD DE LA COSTA (3021) un ejemplo preocupante del atraso y la inoperancia burocrática de la estructura de seguridad pública.
El fracaso policial en aprehender a los delincuentes que desvalijaron una casa pese a que la víctima pudo rastrear a los ladrones durante semanas por GPS es un ejemplo preocupante del atraso y la inoperancia burocrática de la estructura de seguridad pública.
Todo comenzó cuando, al llegar de noche a su casa, un residente en Ciudad de la Costa la encontró robada, con los vidrios rotos y las luces encendidas.
Según relató el damnificado a El Observador, los efectos hurtados incluían un celular que, al día siguiente del robo, comenzó a emitir una señal de GPS que le permitió, a través de su computadora, no solo localizar la ubicación del teléfono móvil robado sino identificar también el número telefónico del chip que el o los ladrones estaban utilizando en ese momento.
Hasta esa instancia había peregrinado infructuosamente por el 911 y por la comisaría en busca de atención.
Cuando a la mañana siguiente pudo radicar finalmente una denuncia en la comisaría, no pudo recibir un comprobante porque el sistema informático no funcionaba. Pero redobló esfuerzos cuando la señal de GPS localizó a los delincuentes.
Durante una semana aportó los datos de localización telefónica que recibía pero, según contó, un subcomisario le aseguró que lograr de la empresa telefónica la información que condujera a la ubicación llevaría dos meses. La víctima fue personalmente a la empresa y obtuvo la información en pocos minutos.
Su calvario kafkiano no terminó ahí. Informado de que se agilitaría el trámite si iba directamente al juez, concurrió al juzgado. Una actuaria le dijo que se comunicarían directamente con la Policía. Pero en la seccional le explicaron que había un error en un número telefónico en el expediente, por lo que era necesario empezar de nuevo con los trámites.
Entretanto, el celular robado dejó de emitir señales pero luego de un mes volvió a hacerlo.
La empeñosa víctima volvió a la seccional, donde le aseguraron que estaban realizando un trabajo de inteligencia para dar con los malhechores. Tres meses después de la fecha del robo, todo sigue igual.
No solo las tareas de inteligencia parecen haber fallado. En todo el proceso se agregaron claudicaciones en los sistemas de comunicaciones, tanto del 911 como de la instalación informática de la comisaría, lentitud en los procedimientos, personal policial con entrenamiento incompleto y ese lastre del sector público conocido como la burocracia del expediente.
Es inconcebible que con los datos que la propia víctima asegura haber aportado, inusualmente precisos y decisivos en un caso de este tipo, las dilaciones, los enredos y las deficiencias tecnológicas hayan impedido la ubicación y arresto de los maleantes.
Las víctimas de rapiñas y otros delitos no están, en general, en condiciones de aportar datos que faciliten la captura de sus autores, lo cual dificulta la acción de una institución policial que, pese a los esfuerzos oficiales, sigue mostrando carencias notorias.
Pero pasa de castaño oscuro el fracaso en aclarar este caso pese a las precisas y reiteradas informaciones ubicatorias suministradas por la víctima. Es un triste aporte que subraya por qué la inseguridad pública se ha convertido en la preocupación prioritaria de los uruguayos. (Ver Opinión - Editorial - © El Observador - 16.08.2011)
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