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EL CORRESPONSAL

Meteoro, la empresa de Toledo sigue bajo la lupa de familiares de obreros muertos

URUGUAY, CANELONES, Toledo (www.elcorresponsal.com.uy) Familiares, amigos y vecinos de las víctimas del incendio se reunieron frente al portón de Meteoro. Todo es silencio y llanto. Qué decir, qué preguntar, qué contar cuando esos llantos desgarran y la piel se eriza. Frente al portón del galpón en el que hace exactamente un mes murieron calcinados cuatro jóvenes, familiares y amigos sostienen carteles, se abrazan, ven pasar los autos. Los acompañan vecinos, allegados e integrantes del SUNCA, que llegaron en ómnibus desde Montevideo. Las conversaciones, que se van dando de a poco, hablan de injusticia y de lo que pasó ese día, como refirmando lo desastroso y tétrico de la situación.

Pinocho, un vecino, camiseta de fútbol y gorrita, conversa con Javier, hermano de Víctor, uno de los gurises que ya no están. Pinocho dice que cuando vieron la explosión todo el mundo se agarraba la cabeza, y que lo primero que dijo era que había que abrir el portón porque, si venían los bomberos, cómo iban a entrar, si no había nadie: "Ninguna llave, nada. Acá no había nadie". Javier le dice lo mismo, que no, que no había nadie. Que no tenían agua en ninguna canilla. Ese día fue "normal" para Pinocho, que no se desayunó del horror hasta que al otro día se fue a aprontar un mate en la casa y se le vino el mundo abajo. En el medio del caos, Javier entró para reconocer los cuerpos, pero nunca los reconoció: "Dicen que todos tenemos un destino preparado, pero para mí este no era su destino".

"Estaban regalados, pobres gurises", dice Rosario, la madre de Damián, que tenía 20 años y hacía dos que trabajaba en la empresa. Aquel día, un rato antes, ella se había tomado un ómnibus a Montevideo ahí mismo, frente al galpón. Su marido la llamó para decirle que había un incendio en la fábrica. Ella le dijo que fuera, que fuera, pero cuando llegó su marido le dijo que no lo dejaban entrar, que nadie le daba información. Cuando consiguió volver se dio cuenta enseguida de que su hijo estaba adentro. "No sé para qué nos hicieron reconocer los cuerpos, para qué, si eran irreconocibles; cuando mi marido fue ya estaba carbonizado, pobrecito mi hijo, no existían ni su ropa ni sus zapatos", dice, y la ahoga el llanto. Carolina, la hermana, cuenta que ellos viven enfrente a la fábrica, pero que, sin embargo, nadie les dijo nada, ni durante, ni hasta ahora: "Nadie de la empresa vino a dar la cara. Solamente nos llamaron a casa para decir que se encargaban de la empresa fúnebre, es terrible".

"Hoy, a un mes de tu partida, nuestra casa está vacía", se lee en uno de los carteles que sostiene la familia de Johon. Susana, su madre, quebrada pero entera, abrazada por su esposo y la novia de su hijo, dice que esta lucha es para que esto no quede impune. Cuenta que su hijo jugaba al rugby en Suárez, que daba clases de karate, y que todos sus planes y sueños "se los cortaron de un hachazo". Salió esa mañana, le dijo "te me cuidás, ma", le dio un beso, y no la vio más. "No sabemos nada, estamos como al principio. Si hubiéramos sabido las condiciones en las que estaba el galpón, no íbamos a dejar a nuestro único hijo ahí, ni locos", dice Susana. "Ahora fueron cuatro, ¿pero mañana?

Es necesario seguir peleando para que esto no vuelva a ocurrir", agrega.

"Destruyeron cuatro familias directamente, más todo lo que destruyeron alrededor", interviene el padre de Johon. Graciela, amiga de la familia, dice que esto ha pegado muy duro en la zona, y que en todos lados la gente habla del tema: "Esto fue tan grande que va a quedar en la memoria de la gente junto a la explosión de la cantera en Suárez; esto no se olvida nunca, queda con la gente para toda la vida". Se refiere a la explosión de una cantera de AFE en 1977, que mató a 14 obreros y dejó a otro de- saparecido. Pablo, cuñado de Adrián, que tenía 27 años, dice que se atreve a decir que sí, que la empresa es la responsable: "Hay que tener en cuenta que no había instrucciones previas en ninguna cuestión mínima de seguridad. ¿Una empresa que trabaja hace 28 años en esto nunca se dio cuenta?".

Había pólvora en el ambiente, y una fuente de calor provocó el incendio. Hasta ahí hay certezas. Lo que no se sabe es qué originó la explosión. Y probablemente no se sabrá. Pablo relata que la ropa no era la adecuada, que generaba corriente estática, que había unos cables de los sensores de la alarma que tenían 12 voltios. O pudo haber sido el uso del celular, o que los fuegos artificiales estaban en el piso. Esas son las hipótesis manejadas por Bomberos. El hermano de Adrián, Michael, dice: "Estos gurises no estaban capacitados, los funcionarios que manipulan esos productos deberían tener cursos, o instrucciones de los militares; estos eran gurises de barrio a los que les pagaban dos pesos, y que dejaron la vida ahí". Y sigue: "Acá la realidad es que el botija necesitaba llevar el pan a la mesa y no le importaba nada. Capaz que había cosas que sabían y las dejaban pasar para seguir laburando, pero había muchas otras que no sabían". La impotencia y la tristeza profunda se ve en los rostros. La hermana de Víctor lo pone en palabras: "Tenerlos en esta foto, en este papel, por culpa de esta porquería, qué cosa espantosa".

Al mismo tiempo

A esa misma hora, en el Juzgado de Toledo se estaba desarrollando una audiencia en el marco de la denuncia penal presentada por la familia de Adrián Yanibelli, en la que declararon todos los testigos que había pedido la Fiscalía, y los presentados por la defensa de la familia. Entre ellos, declaró Miguel Garín, delegado de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (FUECYS), que había elaborado un "mapeo de riesgos" de salud ocupacional en la empresa Meteoro en 2012. Según declaró en la audiencia, la empresa ya había sido advertida en aquel momento de que no tenía condiciones adecuadas para la prevención de incendios.

Otro declarante fue el ex alcalde de Suárez Leonardo D"Andrea, que días después del incendio se presentó en la Policía para aportar el dato de que en 2014, estando en el cargo, había recibido denuncias de vecinos preocupados por la situación del local. El informe de la Intendencia de Canelones y el que está preparando la Inspección General del Trabajo, que saldría esta semana, son dos elementos que aún faltan. En diálogo con la diaria, el abogado de la familia Yanibelli, Óscar López Goldaracena, expresó que "hay una gravísima negligencia de la empresa, por desconocimiento de las normas básicas de prevención y combate de incendios", y agregó: "Los trabajadores no tenían capacitación, ropa adecuada, y no había plan de evacuación". Según relató el abogado, quedó comprobado con declaraciones de los testigos que "los técnicos prevencionistas estaban pintados" en "capacitación, relevamiento y temas de seguridad".

Además, dice que se constató que no funcionaba la bomba de agua de la red de combate de incendio, estaban los caños cortados y la llave estaba baja, relato que coincide con el de los vecinos. Según publicó la diaria, el local no contaba con habilitación de la Dirección Nacional de Bomberos (DNB); tampoco con habilitación comercial de la Intendencia de Canelones, aunque sí había sido autorizada por el Servicio de Materiales y Armamento del Ejército (SMA). Según consta en la denuncia presentada, SMA y DNB "tienen diferentes competencias sobre la misma temática", pero para el abogado "la superposición de competencias no elimina la responsabilidad del propietario, que tiene la obligación de cumplir con las normas". López Goldaracena cree que "es necesario cambiar algunas normas para evitar esta superposición", y una de las posibilidades es que "al momento de sacar el permiso en el SMA ya se deba presentar la habilitación de Bomberos". El objetivo de la denuncia es que se indague en la figura del homicidio culposo.


Marcelo Aguilar LA DIARIA/ NACIONAL / 28/11/2016 / Página 12



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