El derecho de autodefensa y legítima defensa, territorio peligroso.
SANTA ANA (4999) Por Dr. Carlos Aparicio (http://aparicio.edu.uy) Recientemente se ha puesto de moda hacer exhortaciones desde el gobierno y las agencias de seguridad a que la gente honesta no se arme para defenderse, e incluso se llegó a pedir expresamente que no se resista al delincuente.
Es un territorio peligroso por varias razones: viniendo de gente del gobierno, se podría entender que se está limitando su derecho defensa (incorrectamente se le llama justicia por propia mano, lo cual es otra cosa); segundo no se conoce de lo que se está hablando, ya que el tema corresponde a expertos en defensa personal y artes marciales; tercero, si se tuviera la mala suerte que la gente escuchara estas convocatorias se estaría disminuyendo en muchos miles de personas la base humana de lucha contra la delincuencia.
Rudolf von Ihering (1818 - 1892), fue un jurista alemán que es muy conocido en América Latina, por sus estudios sobre el derecho subjetivo y sobre la autodefensa. se le conoce, pero no se le comprende muy bien.
Su obra más importante, es una disertación que luego se convirtió en un pequeño libro que fue traducido practicamente a todas las lenguas del mundo con el título: “La lucha por el derecho”. La idea básica de la obra es que toda la organización social depende de alguna forma de la vigencia del derecho, y que ésta es imposible sin un compromiso mucho mas amplio que la tarea de la burocracia Estatal.
Que toda la sociedad debe estar comprometida en el tema de la vigencia del derecho que Ihering identifica con la Justicia. Este compromiso no asume la forma de una actividad de justicieros que luchan contra la injusticia, sino que cada uno, contribuye a un equilibrio general basado en el derecho y la justicia. Es a través de la lucha por el propio derecho, y la defensa del mismo que la sociedad puede sobrevivir en equilibrio y en paz.
Es un tema que tiene hondas raíces Kantianas, y el propio Ihering cita frecuentemente a Kant: Tiene frases muy duras contra aquellos que prefieren la comodidad y la seguridad de dejarse manosear, antes que la de defenderse. Dice textualmente: “Para él (el que renuncia a defenderse) no tengo otra palabra que la de Kant: quien se hace gusano no puede quejarse después de que sea pisoteado.”
En otro lugar -dice Ihering- llama Kant a este arrojar sus derechos bajo los pies de otros, lesión del deber del hombre contra sí mismo ...
Y toma la máxima: No dejeis que vuestro derecho sea impunemente pisoteado por otros.
En otra parte de la obra Ihering expresa con convicción: “ ... La resistencia contra una injusticia ofensiva que pone vallas a la persona misma, es decir, contra una lesión del derecho que entraña en la naturaleza de su apelativo el carácter de menosprecio del mismo, una ofensa personal, es un deber. Es el deber del afectado para consigo mismo, pues es un mandato de la autoconservación moral; es un deber para con la comunidad, pues es necesario que se realice el derecho.” También Ihering define el derecho como: “Prosa en la región de lo puramente objetivo, el derecho se convierte en poesía en la esfera de lo personal, en la lucha por el derecho para el propósito de la afirmación de la personalidad, la lucha por el derecho es la poesía del carácter.”
Concluye Ihering:“Derecho y Justicia florecen solo en un país no solamente por el hecho que el juez se halla en disposición permanente en su sillón, y la policía dispone de sus agentes, sino porque cada cual contribuye con su parte. Todos tienen la misión y el deber de pisotear la hidra de la arbitrariedad y de la ilegalidad donde quiera que se hace presente, todo el que disfruta de las bendiciones del derecho debe contribuir con su parte para mantener el respeto a la ley, en una palabra, cada cual es un combatiente innato por el derecho en interés de la sociedad.”
A veces, el sistema legal sustituye la acción de autodefensa de la persona, pero generalmente lo hace muy imperfectamente. Fíjense, por ejemplo lo que ocurrió en octubre de 2010: Un hombre de 36 años a la 3:40 entró en una casa de familia (Burdeos y La Vía), les quitó el dinero y celular, se llevó el televisor. Ingresó al dormitorio de la joven madre a quien sometió a vejámenes sexuales, y luego huyó con los efectos y el dinero, llevando incluso el TV en un carrito de bebé. El caso terminó en cierto sentido bien ya que el hombre fue detenido y juzgado, pero el daño ya estaba hecho, y muchas veces los ofensores escapan a la acción de los agentes.
No ignoramos las escasas y aún nulas probabilidades de éxito que tiene quien se enfrenta con un profesional del delito fuertemente armado, y que muchas veces una resistencia puede equivaler a un suicidio.
Pero si la resistencia existe, no puede el ciudadano honesto ser tratado de la forma que usualmente se le trata, confiscándole sus armas y probabilidades futuras de defensa y aún en casos extremos procesándole y destruyéndole su vida. Ihering termina su obra con una exhortación, que compartimos: "En la lucha hallarás tu derecho. Desde el momento en que el derecho abandona su disposición combativa, se sacrifica a sí mismo.
También para el derecho vale la sentencia del poeta: esta es la última conclusión de la sabiduría: Solo merece la libertad y la vida. El que tiene que conquistarlas diariamente.”
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