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EL CORRESPONSAL

Presos canarios: cooperan para trabajar no para delinquir

URUGUAY, CANELONES CAPITAL (www.elcorresponsal.com.uy) La Cooperativa Panificadora del Sur (Coopansur) está integrada por personas presas en la Cárcel de Canelones y a partir del apoyo brindado por la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU), de la organización internacional Cospe, concretaron el sueño de llevar adelante un emprendimiento autogestionado que se consolidan y crece.

Esta experiencia y las disposiciones de las autoridades del Ministericjdel Interior (MI) y de los funcionarios que tienen a su cargo el trabajo en los centros carcelarios apunta a que existe la firme y clara posibilidad de brindarle herramientas y hábitos de trabajo a quienes en su momento cometieron un delito.

Claro está que los compromisos y los conceptos de solidaridad que se manejan a través del movimiento cooperativo no son siempre entendidos por personas que se han educado a partir del individualismo puro y duro. Cambiar la cabeza de quienes además están presos es algo que lleva su tiempo y oportunidades como la que se le brindó a los integrantes de Coopansur han dado sus frutos.

Estas personas que se encuentran privadas de su libertad, en muchos casos por muchos años, poco a poco pueden ir integrándose a los planes de trabajo que se están implementando y que dentro de ellos tiene al movimiento cooperativo brindando toda su experiencia.
Los planes que existen, teniendo en cuenta incluso la Reforma Penitenciaria, permiten anticipar que en el mediano y largo plazo surgirán desde las cárceles nuevos emprendimientos autogestionados. Por lo que la inserción en la sociedad de quienes delinquieron podrá ser el gran triunfo de la labor que se lleva adelante en los recintos de detención.

En un mundo donde la comunicación está al alcance de la mano de todos, nos encontramos con que los medios de comunicación poco o nada informan sobre los presos que se rescatan, son noticias los pocos que vuelven a delinquir. La Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU) está llevando adelante un trabajo importante, con apoyo internacional, en los centros carcelarios y producto de ello es que se creó la primera panadería de presos en forma autogetionada.

Gustavo Rotunno, educador social, integra el proceso de creación del proyecto Alternativa Solidaria de promoción del cooperativismo en los Centros Penitenciarios del Canelones y es el responsable del área de formación de la FCPU. Y en una extensa entrevista con el semanario 7n dio a conocer el proceso de creación y consolidación del trabajo cooperativo en el ambiente carcelario.
Los valores de solidaridad, respeto e igualdad entre las personas son elementos que deben aprender quienes apuntan a formar parte de una cooperativa y por eso llegar a formar un emprendimiento de estas características entre personas que están privadas de su libertad es un gran desafío y la FCPU lo asumió. El desafío hoy está dando sus frutos.

El proceso de la Cooperativa Panificadora del Sur(Coopansur) comienza en 2010, en el marco del trabajo que venía llevando adelante la FCPU y la Cooperación al Desarrollo de los Países Emergentes (Cospe -en sus siglas en español, ya que es una organización italiana). Esta última organización brinda apoyos económicos que vienen de la Comunidad Europea y que tienen como objetivo la ayuda a emprendimientos aütogestionados.

¿Cuándo surge la idea de crear cooperativismo en el ambiente penitenciario?

-En el 2009 estaba funcionando el proyecto Canelones Cooperativo y en ese marco es que el Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados nos solicita una propuesta para la Cárcel de Canelones. Durante ese año desde el Estado y la comunidad internacional se declaraba como emergente la situación en las cárceles del país. En marzo de 2009 Manfred Nowak, Relator Especial de la ONU sobre "la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes", visitó las cárceles del Uruguay. En el informe final, Nowak expresó seria preocupación por las condiciones de las cárceles. Se señalaron los niveles de hacinamiento y superpobla-
ción. Y termina haciendo un llamado a la comunidad internacional para que preste asistencia técnica al gobierno de Uruguay en su lucha contra la tortura y los maltratos y le facilite apoyo técnico y financiero.

Es así que ese año la FCPU y Cospe elaboran un proyecto que luego es impulsado en la cárcel de Canelones.

En 2010 comenzamos a visitar asiduamente el establecimiento penitenciario canario y llevó tiempo ganarse la confianza de la gente allí recluida. Se debe tener en cuenta, además, que hoy hay unos 1.200 presos y la cárcel tiene una capacidad de 600 reclusos.

¿En qué momento se resuelve formar una panadería cooperativa?
-Ya existía una experiencia dentro de la cárcel. Incluso existía un horno y un lugar que fue construido para que funcionara una panadería, la cual era utilizada como celda e incluso dentro del horno dormía gente.

En el 2010 asume como director del establecimiento Robert Paz y la propuesta de incentivar la actividad laboral de los presos se intensifica y es el momento justo para que se pudiera plantear la alternativa cooperativa. En este marco es que se resuelve impulsar la formación de un emprendimiento en el rubro panadería. Se contaba con un lugar hecho para ello y cuyo horno no había funcionado nunca. Incluso el torno, una mesa de aluminio enorme, donde se amasa estaba siendo utilizado como cama.

Existía un grupo de reclusos que en un horno precario y de barro estaba produciendo galletas, pan y bizcochos. Pero en condiciones totalmente precarias y sin contar con la materia prima necesaria, lo que resultaba bravo comer un ojito de los que elaboraban. Lo cierto es que poco a poco se fue formando un contacto con los presos y se fue afinando el proyecto cooperativo. Una de las prioridades o necesidades mayores era la de tener gente afuera de la cárcel que pudiera realizar las gestiones pertinentes, ya sean legales, como la de adquirir la mercadería para la producción. Si nadie puede salir a realizar las gestiones al BPS, a la DGI o comprar insumos el proyecto no iba a funcionar.

Teniendo en cuenta este panorama se comenzó con un curso de capacitación para la gente que estuviera interesada. Lo cierto es que en principio participó bastante gente y luego se fue decantando. Hay que tener en cuenta que al ser el proyecto a largo plazo quienes estaban más interesados son las personas que más años de condena tienen.

En este momento ¿cómo está funcionando la cooperativa?

-La necesidad de una panadería resultó sumamente necesaria para Canelones, ya que el pan se enviaba desde Jefatura y por pasar las Cárceles al Instituto de Rehabilitación había que tener una producción propia, por lo que se invirtió mucho en la reconstrucción de la cuadra y en la adquisición de la maquinaria necesaria. A esto se le sumó todo el trabajo que se hizo para contar con la habilitación de Bromatologia. A partir de la puesta en marcha de la cooperativa se comenzó a producir el pan que utiliza el propio establecimiento, lo cual generó algunos problemas, debido a que el personal tenía que trabajar durante la noche. En ese horario los presos están todos en sus celdas. Los distintos problemas fueron solucionados gracias a la buena disposición de las autoridades de la cárcel.

Finalmente se logra una empresa autogestionada. Nuestra hipótesis es que la gente que sale de la cárcel con un oficio y la posibilidad de generar su propio empleo no sufre la discriminación que le presenta un empleador cuando le dicen que estuvieron presos o le solicitan el certificado de buena conducta.

¿Cuántas personas están vinculadas a Coopansur?

-De forma directa en la actualidad hay seis personas, cuatro son reclusos y dos son personas que están en libertad. De esta forma se pueden hacer todas las gestiones afuera y que no pueden ser hechas por quienes están presos. En estos momentos hay dos aspirantes a integrar la
cooperativa y unos diez que están aprendiendo el oficio de panificación. Todos ellos en el corto plazo iniciarán, además, un curso de cooperativismo.

Días atrás le entregamos una camioneta, la cual está a nombre de la FCPU, y que tienen que pagar a largo plazo para que termine siendo de la cooperativa ya que es producto del proyecto Capitales Semilla. Este vehículo es muy importante, ya que podrán distribuir lo que hacen eirá comprar más barato los insumos que necesitan. De todos modos, con el tema de la harina no hay inconvenientes ya que existe un acuerdo con la cooperativa Molinos Santa Rosa.
El hecho de ser un emprendimiento cooperativo es entendido.

-Por algunos no. Participar de la autogestión es difícil para gente que está presa y que vive en un país donde lo privado es lo conocido. Integrar un proyecto donde todos son iguales y las responsabilidades son mayores no es fácil.

¿Qué valoración puede hacer de esta experiencia?

-Que es exitosa. Cuenta con una infraestructura propia y ello le permite seguir adelante. Coopansur no está siendo apoyada desde afuera, es un emprendimiento que se formó y que sigue por sus propios medios. Demuestra que es una
fuente laboral genuina y que su futuro no tiene límites. Es como un niño que aprendió a caminar y ahora está siguiendo su propia senda, por tanto la experiencia se puede repetir en otros lugares.

¿A quiénes le venden lo producido?

-Principalmente a los propios reclusos. Hay que tener en cuenta que por visita (martes, jueves y sábado) hay unas 300 personas y quien no tiene locomoción no puede ir a la panadería más cercana.
Se le suma a esto que se le vende a la Intendencia de Canelones y que cuentan con un pequeño reparto privado, el cual se ha visto beneficiado al contar con locomoción propia.

Unión de dos mundos


El desafío que se planteó la FCPU a través de ftotunno en el trabajo que se está llevando adelante en el área carcelaria es el de implementar propuestas laborales cooperativas en los centros de privación de libertad. En un documento elaborado recientemente se indica que esto supone reconocer el encuentro de dos modelos opuestos: el paradigma que sustenta al modelo carcelario y el paradigma que sustenta el modelo cooperativo.
Se partió de la base de que las complejidades que el proyecto de promoción del cooperativismo de trabajo en los Centros Penitenciarios de Canelones son realmente grandes. Por eso se apuntó a un acercamiento de estos dos mundos, los cuales tienen en cuenta las distancias que existen entre estos dos paradigmas. Por lo tanto se priorizó reivindicar un derecho básico y dignificante como es el trabajo por entender que este no debe ser perdido por las personas recluidas en centros penitenciarios. Por el contrario, el trabajo, y en especial el trabajo cooperativo, así como la capacitación permanente en oficios, se convierten en herramientas fundamentales tanto para el crecimiento individual como para la generación de oportunidades para la reinserción sociocultural de las personas privadas de libertad y sus familias.

Formación de operadores

A nivel del Instituto Nacional de Rehabilitación se está trabajando en la capacitación para operadores penitenciarios de todo el país, quienes son responsables del área laboral de todas las cárceles. Esto recién se está coordinando, pero ya existe un acuerdo de formar a 250 operadores nuevos.
Indica Rotunno que hay cambios en el sistema, ya que no entran funcionarios policiales sino civiles. Por lo tanto esa gente egresa con otra formación y tiene en cuenta el trabajo cooperativo. (Por Miguel Flores/ flormiguel@gmail.com/ 7n SEMANARIO/  INFORMACION/ 02/04/2014/ Página 6)

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