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EL CORRESPONSAL

La tragedia de omnibus de ONDA Centella 216, una noche como hoy de hace 55 años

SAN RAMON (21239) por Luis Tappa. Era pleno invierno, lentamente se iba gastando el mes de julio de 1955. El sábado 16 a las 13 horas, y aprovechando el feriado largo, había partido desde Plaza Cagancha hacia Rivera una excursión de ONDA, que debido a la gran demanda de pasajes había requerido la utilización de 7 unidades, cuatro cruceros GMC y 3 coches de los viejos.

En los últimos días un gran temporal de viento y agua azotaba nuestro país; las intensas lluvias provocaron la crecida desmesurada de muchos ríos y arroyos.

El lunes 18 de julio, corrían varios coches desde Rivera hacia Montevideo, se trataba del retorno de la excursión, entre los pasajeros de estos ómnibus había empleados de la tienda Aliverti y del Banco Montevideo, también mucha gente que por diferentes motivos se había unido a esta excursión; venían cansados por el largo paseo pero contentos, ya estaban cerca.

Luego de pasar Florida por ruta 5 llegaron a Paso Pache, pero la crecida era enorme y no había forma de pasar; entonces regresan hasta Florida y de allí salen a la ruta 6 y por esta, pasando por Chamizo, hasta San Ramón.

En Chamizo les dijeron que el puente todavía daba paso y siguieron, pero al puente ya lo cubrían las aguas; era de noche cuando arribaron los dos coches que venían adelante, Anatolio Fernández, de 36 años, conductor del ómnibus 172 que fue el primero en llegar decidió cruzar a pesar de todo, apuntó su faro piloto directamente hacia un letrero que estaba a la salida del puente y sin desviarse un centímetro siguió aquella imaginaria línea y cruzó.

Berruti me cuenta que hablando del tema con Fernández este le dijo que en un momento sintió como que el ómnibus "se le iba" y muy liviana la dirección, entonces abrió la puerta para aliviar la presión, embarcar agua y darle peso, así cruzó y siguió. Se entero al llegar a Montevideo de lo que había pasado con el 216.

Este, que venía detrás, intentó seguirlo pero no tuvo la misma suerte, y la rueda delantera derecha se atascó en las barandas del puente que se habían bajado ante le inminente crecida, esto según Berruti, otras versiones dicen que la rueda se salió de la calzada y quedó fuera del puente.

Eran las 9 de la noche del lunes 18 de julio de 1955 cuando el Centella 216 quedó atrapado en el puente. Comienza a gestarse el drama.

Ya para entonces estaban llegando al lugar los demás integrantes de la caravana, cinco ómnibus más quedaron en la orilla de Florida a la espera de los acontecimientos.

Por más esfuerzo que hizo, el conductor no logró sacar el coche de la trampa y ahí quedó con sus 41 pasajeros, 42 contando el chofer.

Con el paso de las horas la situación se complicaba más y más, las sacudidas constantes del coche producida por la corriente terminó rompiendo la rueda enganchada y el ómnibus se inclino peligrosamente sobre un lado.

No cuesta mucho imaginar los momentos que se estarían viviendo a bordo y la inquietud creciente de la gente. Al poco rato de haber quedado en el lugar y cuando aun el agua no había subido tanto, algunas de aquellas personas, entendiendo lo comprometido de su situación no lo pensaron más y optaron por "jugarse" intentando una salida desesperada, a pié por el puente y hacia atrás, o sea, hacia el lugar por donde entró el ómnibus y que era el que quedaba más cerca.

La corriente atacaba al coche por su lado izquierdo, y este estaba al borde del puente sobre la derecha. Abrieron la puerta de emergencia, que está cerca del motor, del lado izquierdo, y fueron bajando, luego hicieron una especie de cadena humana y agarrados de la mano unos con otros, con el agua encima de las rodillas, comenzaron a caminar lentamente, paso a paso, luchando contra la corriente y por sus vidas.

Los ayudaban desde la costa alumbrándoles el camino, desde la cabecera del puente hicieron otra cadena humana que llegó hasta ellos para ayudarlos a salir, finalmente lograron ponerse a salvo, aunque aparentemente no fueron muchos. Los demás se quedaron en el ómnibus y la mayoría morirían.

Cual fue la razón que los impulsó a quedarse, no lo sabemos, mejor dicho, no la vamos a analizar, y a la decisión de cruzar, si o si, tampoco, no viene al caso ni importa mucho a esta altura.

Lo demás no sabría como definirlo, faltan palabras para poder explicar lo inexplicable, faltan palabras para entender lo que pasó y poder describirlo, y faltan palabras para comprender en toda su magnitud como, ante la vista y paciencia de un pueblo que observaba azorado desde la orilla, luego de tantas horas no se pudo rescatar a aquella gente. Los que salieron lo hicieron en el momento justo, de haber demorado unos minutos más en tomar la decisión les hubiera resultado imposible.

En un molino cercano cargaron un enorme camión con 30.000 kilos en bolsas de harina, un montón de toneladas de peso, el camionero, Juan L. Rodríguez, concurrió al lugar y se ofreció para entrar marcha atrás con la intención de enganchar al 216 y sacarlo del lugar, o en el peor de los casos colocarse a su lado y hacerle de pantalla ante el empuje de las aguas e intentar pasar los pasajeros al camión, cualquiera de estas maniobras, en esos momentos, hubiera tenido éxito seguramente, pero la policía no lo dejó entrar.

Para entonces había llegado desde Montevideo la grúa grande de ONDA, la REO con motor Cunmmings, a la que le habían soldado unos hierros en la parte trasera para facilitar la tarea de enganchar el ómnibus; el conductor de la grúa, el "Gringo" Bequio, hombre experimentado, por más que insistió en entrar asegurando que no iba a tener problemas en levantar al 216, tampoco pudo, no lo dejaron pasar.

Los dados estaban echados, alguien, el que dio la orden de no dejar entrar el auxilio, como un Juez implacable condenó a muerte a aquella gente. Demasiado tarde para investigar de donde salió la orden ¡y por que! de no dejar entrar al camión cargado con miles y miles de kilos ni a la grúa; si hubo gente que salió a pié del puente sin que los arrastrara la corriente, mal podía el agua haberse llevado al camión con semejante peso y al que el agua le pasaría por debajo. De un cuartel cercano llegaron enormes reflectores, que dando una imagen surrealista iluminaban la escena desde la costa.

Con el ómnibus en el medio del puente las horas continuaban pasando mientras el río seguía creciendo cada vez con más fuerza, pero nadie encontraba una solución. Más tarde, y con el agua muy por encima de la calzada, llegan dos funcionarios de bomberos, Julio Cesar Ferrer y López Blanquet, que con un pequeño bote a motor alcanzan salvavidas a los pasajeros y también logran rescatar a varias personas tras heroica acción.

Fueron tres viajes con éxito, en el cuarto se quedan sin motor, son arrastrados por la corriente, chocan contra uno de los pilares del puente ferroviario y naufragan, estos dos hombres se salvaron de milagro tras varias horas en el agua y una odisea increíble.

El resto fue solo improvisación, habían esperado demasiado para intentar algo, y ya solo quedaba esperar lo inevitable. Continuaban corriendo las horas y las aguas seguían subiendo mientras en la costa, la gente, como en la platea de un teatro gigante, observaba desde la orilla como se iba gestando la tragedia; el río no perdonó semejante desafío y ya con el agua en las ventanillas del ómnibus se bajaría el telón de esta macabra obra.

EL FINAL

A las 6 de la mañana del martes 19 el 216 se rindió, tras 9 interminables horas de lucha no pudo soportar más el embate de las aguas desmandadas del Santa Lucía, que corría enfurecido a descargar su ira en el mar, y se fue... se fue a cumplir con su destino infame en el fondo del río, alumbrado por los reflectores y ante la vista y angustia de quienes presenciaban incrédulos e impotentes la dantesca escena. Finalmente el agua acalló los últimos y desesperados gritos de aquella gente que con sus ojos desorbitados por el terror moría atrapada en esa trampa infernal con forma de ómnibus, sarcófago con ruedas. En el último momento y cuando el coche se hundía algunos hombres intentaron salir por las ventanillas caídas, era el último y desesperado esfuerzo por salvar la vida, alguno lo logró, otros murieron en el intento, mientras los demás, paralizados de terror, se quedaron dentro del Centella esperando algún milagro que nunca llegó, Martínez, el conductor del ómnibus, también moriría y fue el último en ser encontrado, lejos del lugar.

CONCLUSIÓN

Por los 25 muertos y el entorno macabro en que se desarrolló este drama, a cámara lenta, esta fue la peor tragedia carretera que hubo jamás en nuestro país. Hubieron otros accidentes carreteros muy grandes y hasta con más víctimas, pero las características de este y las 9 horas de agonía que debieron soportar durante la noche quienes perecieron en el, hacen de este desgraciado suceso algo inenarrable, y hasta nos cuesta encontrar palabras para poder describirlo.

Aun hoy, cincuenta años después, nos cuesta creer que no se hiciera nada cuando aún había tiempo. Todavía nos cuesta creer y entender. ¡No fue algo que sucedió de golpe! estuvo 9 horas el ómnibus allí, tuvieron tiempo de sobra para pensar y hacer algo coherente, y por más que pienso y pienso no logro comprender tanto "abatatamiento". Nadie, absolutamente nadie me va a convencer de que no se los podía salvar, tengo casi 30 años de tripulante de ADES y conozco bien el tema. La falta de medios que se adujo en la oportunidad no es justificativo, en estos casos si no los hay se improvisa, se los saca de la "galera" si es necesario, pero se hace algo.

No se trata de buscar culpables, menos aun 55 años después, no logro comprender aunque sea en parte el porque de tanta negligencia e incapacidad. Muchas veces me pregunto qué fue lo pasó por la cabeza de aquellos que impidieron la acción de socorristas en momentos que estaban en juego 42 vidas, solo se trataba de un mínimo de sentido común y solidaridad, el más elemental de los sentimientos humanos.

Pero también se les mintió, y esto es más cruel aun, se les avisaba desde la orilla que se quedaran tranquilos que venía el auxilio, un auxilio que nunca llegó, o no permitieron llevar a cabo. Luego de lo sucedido se tejieron mil historias ¿Que impulsó a los dos conductores a intentar el cruce? ¡Ya tampoco importa ante el hecho consumado!

Apenas el ómnibus se quedó y vieron que ya no saldría, ¡si varios pasajeros salieron caminando! ¿Por qué no lo hicieron los demás? ¿Por qué no dejaron entrar el camión? ¡Que cada cual se conteste estas preguntas y saque sus propias conclusiones! Debieron pasar tres días para que bajaran las aguas y ver el resultado del desastre, el jueves 21 comenzó a emerger la figura del ómnibus con su carga funeraria, 18 cadáveres adentro, estaba sobre sus ruedas como queriendo decir que murió de pie, a 40 metros del puente y bien cerca de la costa, la puerta abierta y dos de sus ventanillas caídas.

En realidad el 216 no murió, solo sus pasajeros, el ómnibus fue recuperado y puesto en servicio nuevamente, lo único, que como para acallar los ecos de la tragedia le cambiaron el número y pasó a ser el 222, continuó recorriendo las carreteras y finalmente terminó sus días en la empresa haciendo el trayecto Rocha-Chuy.

En este ómnibus, junto a los demás pasajeros viajaba con su hijo, José Garazzia, un hombre de origen checoeslovaco, gran dibujante y fotógrafo. En futura nota les contaré algo acerca de este hombre y lo que acarreó el accidente para su esposa, Doña María, como cariñosamente se le decía, José y su hijo Jorge de 17 años perecieron en el accidente.

No es mi intención valorizar la vida de este hombre ni las consecuencias familiares por sobre las demás, solo que este caso lo conozco personalmente y nos dará una idea de lo que esto resultó para muchas familias. Agradecemos profundamente al diario "El País" y al Sr. Mario Marota hijo por la gentileza de las fotos del ómnibus en el agua, que fueron publicadas en el Libro "Documento de la Historia", editado por este matutino en 1998. 

Lo de accidente no sabemos como encararlo, pero de alguna manera hay que definirlo, pudo haber sido imprudencia, impericia, fatalidad, incapacidad de decisión o capricho por parte de quienes tuvieron que haber actuado con otra visión de las circunstancias... ¡no se!

Aunque toda la gente con la que he hablado y tuvo algo que ver, o un conocimiento muy cercano a lo que pasó, coinciden en decir que la policía no permitió la entrada al puente del camión cargado ni a la grúa, que seguramente los hubieran logrado salvar cuando aun había tiempo. Pero no estamos aquí para juzgar a nadie, talvez el destino les tenía reservada esta jugarreta y era inevitable que sucediera lo que sucedió, no soy fatalista ni creo demasiado en el destino, pero sea lo que sea... ¡allí estuvieron a la hora señalada! para ingresar a la historia como... "La tragedia de San Ramón"

Centella de Plata 216, esa era la característica interna del ómnibus de ONDA que cayó al Río Santa Lucía en San Ramón. Hoy 19 de julio se cumplen 55 años de este trágico suceso.

Conocido en la jerga simplemente como el 216; así se denominaba a los coches a partir de la segunda centena, eran, dos 15, o dos 38, o dos 46, por nombrar a algunos. También tenían sobrenombre, a los de la clase del 216 se le decían simplemente "centella" y todas, para la época modernísimas unidades, "cruceros". ONDA seguía en forma correlativa la numeración de sus unidades a medida que se iban incorporando.

Luego de sus primeros coches, que no eran otra cosa que chasis de camión carrozados para servir de transporte de pasajeros, comenzaron a aparecer las primeras unidades GMC armadas en origen (USA) y fabricadas exclusivamente con tal fin. Fue así como en la década del 50 aparecieron aquellos legendarios e increíbles buses con el motor montado en la parte trasera y con una impresionante joroba que les daba una imagen futurista de monstruo carretero.

Asientos tipo avión, cómodos y veloces, eran la sensación del momento y se les decía "ola marina", tenían su numeración entre el 160 y 174, más o menos. Luego la ONDA le compró a ERSA cinco o seis coches BRILL a nafta pero se les cambio los motores por otros a gas-oil. ERSA era una pequeña empresa que hacía el viaje Montevideo-Paysandú directo, y los Brill eran espectaculares vehículos, tenían bar, llevaban azafatas y no levantaban pasaje por el camino, pero no duró mucho y se fundió.

Sus coches terminaron pintados de blanco y con un galgo en el costado, se numeraron del 175 al 179.  A medida que fueron llegando los nuevos modelos GMC se fueron retirando de servicio los viejos coches hasta desaparecer totalmente. Enseguida aparece el GMC Centella de Plata, parecido a la "Ola Marina", pero más lindo y estilizado, había desaparecido la joroba y el frente era más armónico, también más veloz.

Así sucesivamente fueron apareciendo, el "Galpón", que fue el primero en cambiar totalmente su fisonomía, tenía cuatro ventanillas enormes en vez de una pequeña por fila de asientos, eran más altos, las bodegas enormes y el parabrisas muy amplio, también aparece la moderna tecnología de suspensión neumática. Luego viene el "Sylver Jet", parecido al anterior pero más moderno, el "Camello" chico y el "Camello" grande, algunos Mercedes y finalmente el último modelo TM incorporado por ONDA que tenía doble eje trasero y era espectacular, su numeración comenzaba a partir del número 400. Todos, menos los Brill y los Mercedes eran GM.

Onda era parte inseparable del paisaje carretero, una empresa muy arraigada y querida en nuestro medio, lo mismo que su personal, siempre amable, correcto y servicial. Ellos eran los que le hacían llegar a la gente en el medio del campo sus cartas o encomiendas y hasta cumplían desinteresadamente con encargos cuando alguien del interior precisaba algo de Montevideo, también eran los que esperaban unos minutos a los pasajeros que viajaban a diario, estudiantes, trabajadores o maestras si por esas cosas no habían llegado a tiempo a la carretera. ¡Así era ONDA y su personal! Tanto, que aun hoy, a quince años de su desaparición, se sigue hablando, recordando y extrañando a esta empresa por parte de quienes conocimos a su gente y viajamos con ellos. P

ero una cosa era el personal de carretera y otra el Directorio. La empresa tenía fama de andar "fuerte", y realmente era así, en esas épocas por mejor coche que se tuviera era casi imposible aguantarle el ritmo a una ONDA en la ruta cuando estos se tendían a "caminar", te pasaban como el viento y se iban y se iban.

Verdaderos galgos en las serpenteantes y angostas carreteras de entonces.

Eliseo Berruti. Eliseo Berruti, 33 años de trabajo y una foja impecable en la empresa, conductor de los buenos, somos amigos desde hace 35 años y vive cerca de mi casa, el tema obligado cada vez que nos vemos es la ONDA.

Nació en 1928 y hoy tiene 77 años, aunque no lo parece, entró en la empresa en 1955, justo en el año del accidente, tenía entonces 27 y se retiró en 1988 para jubilarse. Aun mantiene en la memoria los recuerdos de San Ramón y aunque no estuvo en el lugar escuchó los cuentos de varios compañeros que vivieron de cerca la experiencia.

Anteriormente fue camionero y comenzó en ONDA como chofer de la grúa para pasar pronto a los ómnibus, de carácter jovial, educado y agradable en el trato. Son interminables sus anécdotas, y su risa se vuelve contagiosa cuando narra las mil aventuras vividas a lo largo de tanto tiempo recorriendo las carreteras de nuestro país, también le tocó vivir momentos difíciles.

Enamorado de sus ómnibus y su ONDA no machetea historias en el momento de los recuerdos.

Es para pasarse las horas escuchando sus cuentos. La vez que caminé más fue cuando se nos murió una pasajera en el coche, entre Lazcano y Varela, a la altura de Paso Avería el guarda se arrima y me dice, "Berruti, metele fierro que hay una pasajera muy mal", me paré en el acelerador y aquel coche era un infierno caminando, en el ruta de balastro tomaba las curvas casi derrapando, por momento parecía que el ómnibus se estiraba en el camino, pero lamentablemente la muchacha se nos murió antes de llegar.

En la bajada del Pororó una vez me quede sin frenos, iba con el 214, el motor cuando se pasa de revoluciones queda libre, por lo que era imposible pararlo con los cambios, fueron momentos terribles, el guarda que iba conmigo tenía la costumbre de jugar con las monedas que llevaba en el bolsillo del saco, yo sudaba en esos momentos, pero alcancé a ver al guarda tranquilo... como si nada, moviendo sus monedas, cuando al final el ómnibus perdió velocidad pude meterle un cambio y logré parar.

Es entonces que le pregunté a mi compañero si no se había dado cuenta de lo que pasaba, me dice que sí, entonces insisto, ¿Por qué no me dijiste nada? y me responde, ¡Y para que Berruti... para ponerte más nervioso! Continúa Eliseo, -En una oportunidad la empresa se "come" un turno de gente que iba para el Barco en Colonia y ya no quedaba casi tiempo.

Yo estaba a la guardia cuando me mandan a buscar, me entero de lo que pasa y me dicen, "Berruti, tenés que llegar", me dieron el Centella 222 (ex 216, el de San Ramón), subió el pasaje y salí, llegué a Colonia cuando ya estaba el barco largando amarras, no me olvidaré más la cara de Juncal, el agenciero cuando, con los ojos como el dos de oro me mira y con un hilo de voz me dice, ¡"Berruti... llegaste"! Había puesto 1 hora 40 minutos, y con la ruta 1 deshecha.

Finalmente el galgo se cansó de recorrer los caminos, y en 1991, ayudado por "muchas cosas extrañas, o no tanto" desapareció, nos quitaron de las carreteras la imagen aun prendida en nuestras retinas del andar majestuoso de aquellos ómnibus y un servicio eficaz, y por sobretodo humano, que ya nadie presta.

RESUMEN

Los datos aportados en esta nota, como la hora en que el ómnibus entró al puente y la que cayó al río, así como también los nombres del camionero y los de la gente del bote de bomberos que rescató a varios pasajeros y algún otro detalle fueron sacados de la edición de "El Diario" de la noche correspondiente a la fecha, los nombres de los choferes de los ómnibus involucrados y el de la grúa de ONDA fueron aportados por Berruti así como también otros datos anecdóticos, lo demás son recuerdos personales de los acontecimientos y conclusiones sacadas por el autor.

A medida que vamos incursionando en el tema, este se torna apasionante, y si bien en rasgos generales la historia es la misma, comienzo a encontrar algunas versiones contradictorias que hacen algo confuso el asunto.

Estoy tratando de ubicar a una señora que sobrevivió al accidente, amiga de Berruti, hoy ya es una persona muy mayor, pero me puede aportar datos muy interesantes que ayudarían a esclarecer algunas cosas.

De encontrar más información insistiré con esta historia, aunque ya tengo algo, pero no lo he podido corroborar con otras fuentes.

También he encontrado confusión con los nombres de algunos de los actores y algunos acontecimientos puntuales.

En resumen, lo anterior se trata de una narración superficial de la tragedia, sin extendernos en detalles. (en base a http://www.uruguayinforme.com/news/29042005/29042005tappa.htm )

8 comentarios

Fernando Ancho -

Coincido con Salvador Fierro, el relato tiene errores grandes. El señor que lo escribió será rescatista en ADES y lo que el quiera decir pero del Río Santa Lucía crecido en San Ramón no tiene ni idea. Me gustaría preguntarle a la señora que dice ser nieta de Fernandez ¿a que se refiere cuando dice "hizo lo que debía hacer"? ¿acaso lo correcto era cruzar un puente de 90 metros desborado por el agua en medio de la noche?

salvador fierro -

poseo documentación original de la época ya que mi padre fue condecorado por su valor al salvar vidas en esa tragedia, todo el relato es incorrecto y tengo pruebas de ello

JORGE ALBERTO RODRIGUEZ -

jorge:tenia9anios cuando ese accidente ocurrio pero lo recuerdo muy bien fue muy comentado en esa epoca.

andres -

Nada, perdonen pero solo una cosa. !viva onda carajo!!!!! por siempre.

Julio Beade -

Muy emocionante el revivir el relato de esta tragedia que recuerdo perfectamente,a pesar de solo contar con 9 años.Imposible olvidar el impacto que causo en toda la comunidad.

gaby -

me impresiono mucho la historia y tambien me dio mucha nostalgia ya que onda fue una empresa que hizo historia en nuestro pais y la cual yo vivi muchas experiencias de viajes inolvidables. Me gusta conocer su historia y me da mucha pena que ya no este como otras tantas cosas que quedaran por siempre en la memoria de todos los uruguayos.

IVAN SENA -

Desde San Ramon a Plaza Cagancha 55 años despues
domingo, 26 de setiembre · 14:30 - 17:30
Como algunos saben en esta semana termino el coche 216 de ONDA el cual tuviera el accidente de san ramon el 18/07/1955 gacias a Pepe Rey y autosport esta historia llega a mis manos me apasiona y hoy dia es realidad ya que desde el puente de san ramon donde el coche fue arrastrado con sus 26 victimas partire a las 12 hs para llegar a plaza cagancha a las 14.30 y alli culminar el viaje pendiente del coche 55 años despues de la trajedia del 55 alli nos espera el bombero que rescato a 12 personas y hoy dia tiene 92 años, ex empleados, algun omnibus gmc y coleccionistas , ni que hablar que los espero para darele color a la cagancha. mas info 094530562 DUANER

Sylvia Cabrera Fernàndez -

Hola,muy buena la nota. Soy nieta de Anatolio Fernàndez, yo no habìa nacido cuando esto pasò.Pero desde que tengo uso de razòn recuerdo a mi abuelo contar como fueron los hechos de la tragedia.Por un lado alegrìa me dio leer esta nota, y por otro mucha nostalgia de ese ser maravilloso y valiente que fue mi abuelo, que hoy no està entre nosotros.El chofer del coche 172, hizo lo que debìa hacer...y estaba orgulloso de ello.