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EL CORRESPONSAL

Siempre que llovió...¿inundó?

Siempre que llovió...¿inundó?

URUGUAY, CANELONES (www.elcorresponsal.com.uy) El Secretario General de la Intendencia de Canelones, publicó su opinion a proposito de las inundaciones proximas pasadas en el diario La Republica. ’De acuerdo a los más veteranos, y a informes técnicos calificados, nunca se había visto un volumen de lluvias en tan poco tiempo como el que soportamos desde la última semana de enero.

Para algunos medios la explicación es distinta según el lugar del país al que nos estemos refiriendo, si es en algún departamento del interior es por la furia de la naturaleza, pero si se trata de un territorio gobernado por el Frente, es culpa de la Intendencia. Buscan y presionan a los vecinos para que ante cámaras ofrezcan el testimonio que ilustre la falta de sensibilidad del gobierno. Sin duda se cometen errores, ni qué hablar de lo mucho que falta por hacer. Pero ante situaciones como estas está bueno levantar el nivel de la información y el debate.

¿Qué está pasando? ¿Qué nos pasó en Canelones esta vez?. Creo que ya nadie puede dudar de que el clima cambió. Por otro lado, pueden caer 100 milímetros y son cien en cualquier lado, pero de la combinación de algunas variables es que se pueden sacar algunas conclusiones serias. Lo esperable es que los cursos naturales por donde el agua corre se desborden y quienes vivan cerca tengan que abandonar sus casas. Ese es el drama más previsible. Lo que pasó esta vez, lo novedoso, es que afectó seriamente la trama urbana de nuestras ciudades costeras. Las calles se transformaron en ríos y esos ríos se desbordaron.

¿Por qué pasó? La respuesta es tan simple como cruda: son ciudades solo porque vivimos muchos miles en poco espacio. Todo lo demás que precisa una ciudad para ser tal, toda la infraestructura que debe presentar esta forma de agrupamiento humano se fue instalando después que la gente se asentó. Desde las urbes mesopotámicas del Éufrates y el Tigris, desde las ciudades del Antiguo Egipto o las de los imperios Azteca o Inca, el equipamiento mínimo para la convivencia se planificaba. Nuestra joven Ciudad de la Costa o Salinas, se convirtieron en ciudades a partir de la fusión de los modestos y coquetos balnearios. El paisaje dunar y arbolado se fue transformando sin planificación. Desde el 85 para acá la población de Ciudad de la Costa se triplicó. Hoy solo el 20% de la población de Salinas siempre vivió allí, cuatro de cada cinco venimos de otro lugar.

El mismo porcentaje se aplica a Parque del Plata. Saquemos la cuenta, además, cuánta agua volcamos a la napa freática los más o menos 160 mil tiradores de cisternas que vivimos desde el arroyo Carrasco hasta el Solís Chico (alguien con mucha razón nos decía que esa napa es en gran parte el mismo río Santa Lucía que pasa por las canillas). El problema del suelo inundado se vuelve “problemón” con la ausencia de red de saneamiento (un gran lago encima de los pozos negros).

Así que tenemos ciudades que nacieron y crecieron de manera explosiva sin tener previstas soluciones tales como los sistemas de drenaje pluvial, no hay mecanismos adecuados para evacuar el agua de lluvia.

O peor aún, si la naturaleza tenía sus mecanismos (cañadas, cañadones, bañados) el asentamiento urbano los anuló para ganar espacio y sin presentar alternativas, generando incluso barreras infranqueables (¿infranqueables?).

Hoy la naturaleza nos cobra, y carísimo. Y si además le agregamos que la topografía no ayuda mucho a la evacuación del agua por la falta de pendiente, la combinación es explosiva.

Cuando desde el 2005, junto con OSE, desde la Intendencia nos planteamos el Proyecto de Saneamiento, Vialidad y Pluviales de Ciudad de la Costa, quizás el tercer componente es el que sonaba menos, resaltamos más el saneamiento y el pavimento que el drenaje pluvial, nos importaban más los pozos y los pozos negros que las cunetas.

Hoy quizás fijamos un poco más la atención en ese complejo sistema de evacuación del agua. Y como la obra está encaminada podemos, en esta situación tan adversa, medir su eficacia, aún sin que funcione como un sistema integrado todavía. Podemos decir que funciona y muy bien.

Podemos decir cien veces (porque nos lo preguntan) a algunos medios que “tenemos la solución de fondo para el problema” y que además funciona. Es compleja y costosa, pero hay que hacerla.

Decidimos extender el proyecto. Ya tenemos que idear una solución similar pasando incluso al este del arroyo Pando. No podemos detenernos en la creación de la nueva infraestructura urbana, amigable con el paisaje y respetuosa del entorno. Debemos seguir trabajando para continuar las obras y asegurar la continuidad de las transformaciones.

El ordenamiento territorial es nuevo en Canelones y en el país. Tenemos que hacernos cargo del imperdonable retraso de por lo menos cuatro décadas. La planificación tiene solo ocho años. Y habrá que pensar si la solución para el Paso Carrasco no pasa más por una intervención en el arroyo que la reinvención de la ciudad, pero esta polémica queda para otra ocasión.

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