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EL CORRESPONSAL

¿De quienes son las canteras de Canelones?

URUGUAY, CANELONES (www.elcorrresponsal.com.uy) La necesidad de "arreglar el territorio" surgió antes de que fuéramos un estado. Artigas, Azara y otros, encararon la tarea, vistos los desarreglos y exclusiones generados por la otorga de tierras que hiciera España.

Se suman hoy, a aquellos, otros "desarreglos", cicatrices de procesos imperfectos de explotación de nuestros recursos territoriales. Esos deterioros implican limitaciones de uso de áreas y, como consecuencia, pérdida de valor económico de los suelos afectados.

Plantearon el tema dos jóvenes estudiantes de periodismo que investigan que se puede hacer con las canteras del área metropolitana de Montevideo.

Hay canteras abandonadas en Montevideo y Canelones (extracciones de arena en Ciudad de la Costa, canteras de mármol, granito y otros áridos en las inmediaciones de La Paz y las Piedras) y San José (extrae dones de arena en la zona del ex Rincón de la Bolsa, hoy Ciudad del Plata).

Las ciudades usan su entorno inmediato: toman recursos que necesitan (agua, piedra, arena, ladrillos, verduras, frutas gente) y expulsan, hacia sus periferias, formal e informal mente, lo que no necesitan o no aprecian: basura, líquidos residuales, pobreza.

El costo de transporte, tanto de lo que entra como de lo que sale, importa en la gestión urbana. Esa es la razón porque se usan lugares tan cerca y tan accesibles como sea posible para extraer y desechar. El resultado son entornos urbanos fuertemente afectados.

En el caso de Montevideo me tropolitano, la periferia rural original quedó encerrada entre: la ciudad fundacional y la que se desarrolló en los departamentos linderos, pegada a los límites departamentales

Algunas áreas alteradas (lagos de Ciudad de la Costa) quedaron comprendidas en el tejido urbano. Otras, se mantienen como deshechos territoriales en los bordes del área urbanizada (La Paz, Las Piedras).
Las afectaciones territoríales de la zona de La Paz no se han revertido.

La ciudad vivió momentos de auge con la actividad minera. Sus canteras dieron trabajo a sus habitantes y piedras para cimientos y muros, adoquines y cordones de vereda usados en Montevideo y Buenos Aires. Nuevas tecnologías (asfaltos y hormigón) en la vialidad urbana, acarrearon el abandono progresivo de las canteras. Hoy el paisaje aparece afectado por cicatrices abiertas, muchas inundadas, receptares de deshechos de todo tipo. Son fuente de riesgos permanentes para quienes viven y trabajan en su proximidad.

Aprender de lo ocurrido allí es especialmente importante, dado que el país encara hoy autorizar actividades generadoras de fuertes impactos irreversibles: minería de gran porte, extracción de gas de esquisto por fracking; cultivos con capacidad de agotamiento de napas y suelos.

Estamos reiterando un modelo de explotación del territorio que implica ganancias hoy (para los privados que explotan los recursos) y una resultante de áreas no usables para generaciones futuras. Sabemos que los efectos de los emprendimientos actuales serán mucho más graves por su escala y por la capacidad intrusiva de las tecnologías contemporáneas.
¿Cómo, por qué, autorizamos esos usos del territorio que, a medio plazo, implican que la tierra se vuelva inadecuada para sostener actividades humanas?

El afán de lucro es un motor poderoso. Quienes emprenden actividades extractivas buscan ganar la mayor cantidad de dinero en el tiempo más corto posible. Tratarán de obtener prebendas de la sociedad y de transferirle todas las partes de los procesos que ésta admita: son externalidades, que pagamos todos (por ejemplo el destrozo de la red vial por el tránsito de camiones de gran peso). El Estado otorga derechos de hacer a propietarios de padrones privados, más o menos ubicados en zonas aptas para determinada actividad. Y con los argumentos de incrementar la actividad económica y el empleo, ayuda, subsidia, empuja y controla poco la acción de los inversores.

Heredamos de España la apropiación privada de la tierra. Establecida la división de la tierra en padrones de propiedad privada, la gestión pública otorga derechos a sus propietarios, vía leyes o permisos de actuación. Son los propietarios privados, no necesariamente coordinados entre sí, quienes ejecutan las acciones de explotación (agrícola, forestal, minera, ganadera).

Cuando se abandonaron las canteras - dejaron de ser rentables - el conjunto de los propietarios de los predios no encontró interés para rehabilitar esas tierras y tales acciones no les fueron requeridas, ni se sancionó económicamente el abandono.

Esto significa perjuicios y costos para toda la sociedad. Los sitios pierden valor y es necesario asumir el costo de "arreglar" lo alterado (ver, como ejemplo actualísimo, lo que deben pagar los contribuyentes de Ciudad de la Costa para reparar el que se haya fraccionado sin hacer saneamiento o alejamiento de pluviales).

Hay muchos ejemplos en nuestro país de abandono de bienes, en las ciudades y en el campo. Tierras erosionadas por malas prácticas agrícolas, fraccionamientos con calles e infraestructuras sin construir, casas tapiadas.

No se abandona la titularidad: sólo no se gestionan los bienes, con daño para la sociedad toda, que es titular del todo territorio nacional, de cuyos recursos debe vivir, sin afectar los derechos de futuras generaciones
Hoy nuestra legislación sobre impactos ambientales exige que se analice, desde el proyecto de una actividad, la minimización de sus impactos negativos y se elabore un plan de abandono.

El objeto de estas disposiciones es impedir que sean transferidos a la sociedad los costos de abandono y cierre de actividades privadas. El tema pasa a ser la capacidad de control de cumplimiento de lo dispuesto.

En la estructura estatal del Estado uruguayo, la tarea de "arreglo del territorio" corresponde a los gobiernos departamentales, quienes deben incluir en sus presupuestos los costos de la gestión los destrozos. Pero la reparación no es - económica, administrativamente - posible cuando las afectaciones son enormes.

¿PUEDEN RECUPERARSE TERRITORIOS ALTERADOS?

El costo de la recuperación es siempre alto. El área a recuperar debe identificarse a partir de la factibilidad de darle nuevos usos funcional y económicamente válidos. La reparación no puede hacerse lote a lote. Así se trate de un área urbana con grandes niveles de deterioro (ver Goes, o partes de la Ciudad Vieja) o de un área como las citadas canteras de La Paz, el actuar lote a lote implica la imposibilidad de gestionar simultáneamente todo el conjunto.

El procedimiento adecuado es el "reajuste de predios". Implica la formulación de un gran proyecto para la renovación de las áreas deterioradas. El nuevo uso del suelo deberá garantizar el aumentó de valor del mismo. Para llevarlo a cabo se invita a los propietarios de lotes a adherir voluntariamente al mismo, cediendo su tierra temporalmente. Al terminar el proyecto, se les devolverá una propiedad de valor equivalente y participación en las posibles plusvalías, generadas por la drástica elevación de la calidad del sitio.

Ese tipo de acciones se inició en ciudades destruidas por la guerra, en las que la recuperación del parcelario original era difícil y más aún, indeseable. Permitió el rediseño de áreas de valor, adecuándolas a los requerimientos contemporáneos. Colombia incorporó los reajustes a su normativa territorial y los está usando en la construcción de ciudad de buena calidad en sus periferias urbanas.

Las ciudades se renuevan por grandes proyectos urbanos, con escalas que superan las de los predios privados. El ejemplo de Puerto Madero y su influencia en Buenos Aires nos ofrece una imagen cercana de cambio posible.

Hay paraguas que ya están inventados... hay que decidirse una gestión que impida los daños que benefician a privados y heredamos todos, así como a llevar a cabo actuaciones renovadoras, interviniendo en las escalas adecuadas. (publicado por el SEMANARIO VOCES/ INFORMACION/ 27/06/2013/ Página 6)

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